El aporte de los «Cuidadores de Personas Mayores»
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El aporte de los «Cuidadores de Personas Mayores»

Los trastornos del comportamiento y el deterioro funcional de las personas mayores en situación de dependencia, se encuentran altamente relacionados con el grado de sobrecarga en la persona que ejerce cuidados. Cuando este apoyo se lleva a cabo en condiciones asociadas a carencia económica, de redes de apoyo, y capacitación para la atención, se presenta un alto riesgo de morbilidad asociada.

Es importante diferenciar el cuidado formal sobre el cuidador informal.

Cuidado informal o no profesional: Corresponde a cuidados proporcionados por familiares o personas significativas para el mayor. Este apoyo se brinda en casa de la propia persona mayor o en la del cuidador. Esta acción no se encuentra vinculada a un servicio particular de cuidados o a los brindados por un ELEAM.

Cuidado formal: Aquella actividad que brinda servicios de cuidados y que responde a una retribución económica regular.
Las personas que ejercen cuidados informales, no sólo deben proveer cuidados o apoyo a las personas en situación de dependencia, sino que también deben cumplir con exigencias de índole socio-emocional y material. En muchos casos, el desgaste ligado a dichas exigencias puede desencadenar la manifestación de un fenómeno conocido como “sobrecarga del cuidador”.

La sobrecarga del cuidador: Se entiende por sobrecarga del cuidador a la percepción que tiene esta persona sobre el impacto que sufre en los diferentes aspectos de su vida, por el hecho de tener a su cargo a un paciente con diversos grados de discapacidad. El impacto se refiere tanto al trabajo de cuidar como a las dificultades que tiene que hacer frente al realizar estas actividades.

Como efecto negativo y perjudicial para la percepción de bienestar del cuidador informal, se logra apreciar una serie de restricciones sociales que desencadenan en el abandono de actividades relacionadas con desarrollo personal, actividades recreativas y de autocuidado, que comúnmente originan múltiples sensaciones en la vida del cuidador, tales como soledad, marginación y aislamiento social.

Según el Plan Nacional de Demencias en el año 2017, los problemas más frecuentes percibidos por los cuidadores informales corresponde a “la falta de tiempo para ellos mismos” (18,6%). Le siguen los “problemas de salud” (12,1%), las “dificultades económicas” (11,1%) y “agotamiento físico y/o psicológico” (10,3%). Para quienes cuidan a personas mayores en situación de dismovilidad, el agotamiento físico y psicológico aumenta hasta en un 20%.

Se ha demostrado que la acción de cuidado permanente, no sólo compromete la salud y bienestar del cuidador, sino que también, puede afectar la integridad física o psicológica de quien recibe el cuidado. De esta manera, un cuidador sobrecargado, puede llegar a incurrir en situaciones de maltrato, abandono, negligencia en los cuidados y otro tipo de abusos.

Se considera de gran relevancia compartir experiencias de autocuidado, explorar o desarrollar intereses en común y un espacio de apoyo y contención grupal.

Paula Chamorro/Terapeuta Ocupacional

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