Por : Consuelo Moreno
Directora Ejecutiva de Fundación Grandes
Imaginemos un Chile donde esta brecha disminuya significativamente.
El reciente lanzamiento del segundo Estudio Nacional de Polarizaciones expone con claridad inquietante las divisiones que atraviesan nuestra sociedad. Entre los múltiples hallazgos, una cifra destaca y nos interpela de manera profunda: la polarización más significativa en el país ocurre entre personas mayores y jóvenes, una brecha que no solo persiste, sino que se agrava con el tiempo.
Este hallazgo no es sólo preocupante, es un llamado urgente a la acción. Desde Fundación Grandes buscamos promover el envejecimiento positivo, digno y a fortalecer las relaciones intergeneracionales, y desde nuestra experiencia y estudio es que podemos afirmar que detrás de esta brecha no solo hay diferencias generacionales, sino que también abundan los prejuicios, estereotipos y un profundo desconocimiento mutuo, que nos impide construir un tejido social cohesionado. Pero acortar esta distancia más que un desafío, es una oportunidad, a través de la mejor palanca para ello: Integración Intergeneracional.
Cuando las generaciones se conectan, surgen el aprendizaje mutuo, la empatía y la comprensión. Los jóvenes descubren en las personas mayores una fuente invaluable de experiencia y sentido de comunidad, mientras que los mayores encuentran en las nuevas generaciones energía, innovación y una visión de futuro, que los anima a seguir participando activamente en la sociedad.
Pero esta tarea no puede recaer únicamente en las organizaciones de la sociedad civil. El Estado tiene un rol ineludible. Necesitamos políticas públicas que promuevan y financien proyectos que acerquen a generaciones distintas. Es imprescindible invertir en espacios de encuentro, en iniciativas educativas y en campañas que desmonten los prejuicios de ambos lados. Este esfuerzo será una inversión para derribar estas barreras entre generaciones, pero también para construir lazos sociales que habiliten una sociedad más respetuosa, inclusiva y unida.
Imaginemos un Chile donde esta brecha disminuya significativamente. Donde las generaciones, en lugar de mirarse con desconfianza, se encuentren, dialoguen y trabajen juntas. Ese sueño no está tan lejos, pero requiere empezar hoy. Si actuamos ahora, podremos mirar con satisfacción compartida el próximo informe del Estudio Nacional de Polarizaciones en 2025 y celebrar que esta distancia, que hoy nos duele, haya comenzado a cerrarse. La cohesión social no ocurre por accidente; se construye con voluntad y acción. Aprovechemos esta oportunidad para hacer de Chile un país más unido, intergeneracional y humano. El futuro nos está esperando, y debemos caminar hacia él juntos.
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