Nos pertenece desde que nos formamos en el vientre de la madre, vibrando con su frecuencia cardiaca, su caminar, su reír. Independientemente de cual sea el gusto de cada persona, todos gozamos de una buena canción, con un buen ritmo y una melodía profunda.
La música es de todos, de los niños, sus madres y sus abuelos; la música es de quien la disfruta. Es tanto su efecto, que activa múltiples zonas del cerebro, derivando en un sinfín de sensaciones y emociones en cada persona.
Es objeto de múltiples estudios ya el hecho de que la música actúa como medicina desde un punto de vista terapéutico. Elementos como melodía y ritmo actúan en zonas cerebrales específicas como ningún otro cuando se trata de memoria, y si hablamos de memoria, la música es una de nuestras mejores herramientas como sociedad para mantener saludable a nuestros grupos mayores.
Es un golpe de felicidad y ternura ver a nuestros abuelos emocionarse cuando escuchan una música que les recuerda un evento importante en sus vidas.
Cuidarlos y mantener su espíritu despierto es una tarea que compartimos.
Desde el Conservatorio de Santiago, entendiendo nuestra labor de agentes de cambio con la música, incorporamos un programa solo para personas de tercera edad donde comparten música e historias junto a otras personas con historias similares. El Coro para Adultos Mayores del Conservatorio es un espacio que a poco tiempo de su andar evidencia efectos positivos en sus participantes:
A Pilar, de 68 años, le gusta venir a cantar porque dice que le ayuda con la modulación y con el hecho de exponerse a otros. Rosi, de 76, se relaja con los ejercicios de calentamiento corporal y vocal y manifiesta lo mucho que le gusta venir los lunes y miércoles donde su cuerpo y su mente se enfocan en la música.
El cerebro puede aprender algo nuevo a cualquier edad. Ellos aprenden a cantar y escucharse en colectivo y yo aprendo a escucharlos a ellos.
Tatiana Mora
Directora
Conservatorio de Santiago