No puedo dejar de contarles lo que me pasó en la farmacia el otro día.
Resulta que tenía que comprar una chorrera de remedios (entiéndase MUCHOS), porque por andar con la boca abierta y apurete, me caí en plena calle, a lo largo y ancho, y de pasada, me dejé las rodillas como membrillo escolar…(otro día les cuento). Gracias a Dios y a la gimnasia que hago tres veces a la semana (y no es broma) no me quebré nada!
Bueno, la cosa es que el doctor me mandó a la farmacia con un listado que parecía lista de supermercado. En esto se me va a ir la pensión, dije yo.
Grata fue mi sorpresa cuando la señorita que me atendía me preguntó si quería llevar bioequivalentes…”Bueno” -respondí- “ya que me lo ofrece” -dije yo-…y aprestándome para sacar la tarjeta de crédito (no se olviden de acumular puntos) me llevé la sorpresa del siglo…Casi un 80% menos de lo que yo había calculado. Más encima, como era de los días que tienen descuentos especiales, se me sumó el de la Farmacia…Así dan ganas de enfermarse, pensé…
Apenas llegué a mi casa me puse a hurguetear en google de los bioequivalentes…
Así aprendí que los medicamentos bioequivalente, a diferencia de un medicamentos genéricos, deben pasar por un largo proceso de pruebas, asegurando que sí son idénticos a nivel molecular, así te aseguran que el tratamiento recibido con estos remedios tendrá la misma eficiencia que al recibirlo con uno original.
Para conocer cuáles son los medicamentos con bioequivalencia, el ISP o Instituto de Salud Pública cuenta con un buscador en su página web, donde se pueden filtrar por principio activo, nombre y uso/tratamiento y así saber de todos los medicamentos con esta característica que se venden en Chile.
Son super fáciles de identificar, porque su caja viene con un sello distintivo con fondo amarillo y letras rojas y dice clarito BIOEQUIVALENTE. Yo lo puedo leer hasta sin mis anteojos.
Acto seguido, tomé el celular y llamé a mi amiga Chepa para contarle de esta buena nueva…
-Chepa querida! No sabes la noticia que te tengo…empecé…Fijate tú que hoy día en la mañana…Y le conté toda mi jornada, desde que partí al doctor hasta mi insaciable búsqueda por internet…
-¿Cómo?! Me dijo ella, una vez que terminé de contarle toda mi aventura.
-¡Y tú no sabías?!. “Por Dios Alicia, se nota que no te enfermas…”- me retó y me colgó el celular.
Y hasta ahí llegó mi aporte.
Por Alicia Menares